Una de las nuevas rutinas cómicas de Donald Trump en sus mítines consiste en imitar al actual presidente de una forma exageradamente caricaturesca, burlándose de la edad de Joe Biden.
Con los párpados caídos y la boca abierta, Trump tartamudea y balbucea. Entrecierra los ojos. Agita sus brazos. Arrastra los pies y deambula por el escenario. La multitud explota en risas y aplausos mientras Trump finge confusión, volteando y señalando a seguidores invisibles, como si no se diera cuenta de que les está dando la espalda.
Sin embargo, el expresidente también ha cometido deslices en sus recientes eventos de campaña. Trump ha experimentado una serie de confusiones y desarticulaciones generales que van más allá de su naturaleza discursiva habitual, y sus rivales republicanos han comenzado a señalarlas como signos de declive en su desempeño.
El domingo, en Sioux City, Iowa, Trump agradeció erróneamente a los seguidores de Sioux Falls, una ciudad de Dakota del Sur ubicada a unos 120 kilómetros de allí, y solo corrigió cuando lo llamaron a un lado del escenario y le informaron del error.
La situación fue notablemente similar a una escena ficticia que Trump había representado a principios de este mes, en la que imitó a Biden confundiendo Iowa con Idaho y requiriendo de un asistente para aclarar el error.
En las últimas semanas, Trump también les ha dicho a sus seguidores que no voten y afirmó haber derrotado al presidente Barack Obama en unas elecciones. Ha elogiado el intelecto colectivo de un grupo militante respaldado por Irán que históricamente ha sidoenemigo tanto de Israel como de Estados Unidos, y en repetidas ocasiones ha pronunciado mal el nombre del grupo armado que gobierna la Franja de Gaza.
“Este es un Donald Trump distinto al de 2015 y 2016: perdió el control de su bola rápida”, afirmó el gobernador de Florida, Ron DeSantis, a los periodistas la semana pasada mientras hacía campaña en Nuevo Hampshire.
“En 2016, era espontáneo, arrasaba por todo el país”, agregó DeSantis. “Ahora es simplemente un tipo diferente. Y es algo triste de ver”.
No se sabe con certeza si los recientes deslices de Trump están relacionados con su edad. Durante mucho tiempo se ha valido de un estilo poco ortodoxo al hablar que le ha servido como una de sus principales ventajas políticas porque lo ha establecido, contra todo pronóstico, como uno de los comunicadores más eficaces de la política estadounidense.
Pero, a medida que se intensifica la contienda por la Casa Blanca en 2024, los errores verbales cada vez más frecuentes de Trump amenazan con socavar una de las vías de ataque más potentes de los republicanos, y el objetivo central de su pantomima en el escenario: el argumento de que Biden es demasiado viejo para ser presidente.
Biden, abuelo de siete, tiene 80 años. Trump, que tiene 10 nietos, tiene 77.
Aunque solo unos pocos años separan a los dos hombres de edad avanzada, los votantes perciben su vigor de manera diferente. Encuestas recientes han revelado que aproximadamente dos de cada tres votantes afirman que Biden es demasiado mayor como para cumplir otro periodo de cuatro años, mientras que solo alrededor de la mitad dice lo mismo sobre Trump.
Si esa brecha comienza a reducirse, es Trump quien tiene mucho más que perder en un enfrentamiento electoral presidencial.
Según un hallazgo no reportado previamente de una encuesta de agosto realizada por The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research, el 43 por ciento de los votantes estadounidenses dijeron que ambos hombres eran “demasiado mayores para cumplir de manera eficiente otro mandato de cuatro años como presidente”. Entre esos votantes, el 61 por ciento afirmó que planeaba votar por Biden, en comparación con el 13 por ciento que dijo lo mismo sobre Trump.
La semana pasada, un sondeo del Franklin & Marshall College entre votantes registrados de Pensilvania, uno de estados más disputados de cara a 2024, arrojó resultados similares.
Según la encuesta, el 43 por ciento de los habitantes de Pensilvania dijo que ambos hombres eran “demasiado viejos para ejercer otro mandato”. Un análisis de esos datos para The New York Times mostró que Biden aventajaba a Trump entre esos votantes por 66 por ciento a 11 por ciento. Entre todos los votantes del estado, los dos estaban en un empate estadístico.
Berwood Yost, el director de la encuesta de Franklin & Marshall, dijo que la amplia ventaja de Biden entre los votantes que estaban preocupados por la edad de ambos candidatos podría explicarse en parte por el hecho de que los demócratas son mucho más propensos que los republicanos a identificar la edad como un problema para el líder de su partido.
“Si a Trump comienzan a relacionarlo con el tema de la edad, como sucede con Biden, realmente puede verse perjudicado”, dijo Yost.
Steven Cheung, portavoz de la campaña de Trump, señaló que el expresidente mantenía una ventaja dominante en las encuestas sobre las primarias republicanas y que, en las elecciones generales, varias encuestas recientes habían mostrado que tenía una ligera ventaja sobre Biden.
“Ninguna de estas falsas narrativas ha cambiado la dinámica de la contienda: el expresidente Trump sigue dominando, porque la gente sabe que es el candidato más fuerte”, señaló Cheung. “El contraste es que Biden se cae sobre el escenario, balbucea durante un discurso, no sabe por dónde caminar y tropieza con los escalones del Air Force One. Eso no se puede corregir y quedará grabado en la mente de los votantes”.
Durante mucho tiempo, las habilidades retóricas de Trump se han basado en una mezcla de fuerza bruta y un instinto aparentemente natural para la imprecisión. Esa seductora combinación, perfeccionada tras toda una vida de negociaciones inmobiliarias, escándalos en los tabloides neoyorquinos y el estrellato de un programa de telerrealidad en horario de máxima audiencia, a menudo hace que los votantes oigan lo que quieren oír.
Los partidarios de Trump salen de sus discursos llenos de energía. Los votantes indecisos que están abiertos a su mensaje pueden encontrar lo que buscan en su discurso. Los opositores se enfurecen, y cuando le acusan furiosamente de algo que han oído pero que no ha dicho exactamente, Trump convierte la crítica en un dato de que está siendo perseguido, y todo el ciclo vuelve a empezar.
Pero los últimos pasos en falso de Trump no pueden clasificarse como vaguedades calculadas.
Durante un discurso del 15 de septiembre en Washington, poco después de declarar a Biden como alguien “con problemas cognitivos, incapaz de liderar”, el expresidente advirtió que Estados Unidos estaba al borde de la Segunda Guerra Mundial, la cual terminó en 1945.
En el mismo discurso, Trump se jactó de que las encuestas presidenciales lo posicionan por delante de Obama quien, de hecho, no se está postulando para un tercer periodo porque, entre otras cosas, sería ilegal. Volvió a referirse erróneamente a Obama durante una anécdota sobre su victoria en la contienda presidencial de 2016.
“Lo hicimos con Obama”, declaró Trump. “Ganamos una elección que todo el mundo decía que no se podía ganar, vencimos a…” Hizo una pausa mientras parecía darse cuenta de su error. “Hillary Clinton”.
En un mitin en Florida, el 11 de octubre, días después de un brutal ataque terrorista que dejó sin vida a cientos de israelíes, Trump criticó al país por no estar preparado y arremetió contra su primer ministro, Benjamín Netanyahu. Trump parece haberse enojado con Netanyahu, quien solía ser un aliado cercano, después de que el líder israelí felicitó a Biden por ganar las elecciones de 2020.
En el mismo discurso, Trump recurrió una cronología errada de los acontecimientos en Medio Oriente para criticar el manejo de Biden de los asuntos exteriores y, en el proceso, atrajo titulares por elogiar a Hizbulá, el grupo militante respaldado por Irán.
La semana pasada, en un mitin celebrado en New Hampshire, Trump elogió a Viktor Orban, el primer ministro húngaro, pero se refirió a él como “el líder de Turquía”, un país localizado a cientos de kilómetros de distancia. Con rapidez, corrigió su error.
En otro momento del mismo discurso, Trump lució confundido al decirles a sus partidarios: “Ustedes no tienen que votar, no se preocupen por la votación”. Luego agregó: “Tenemos un montón de votos”.
Cheung, el portavoz de la campaña de Trump, dijo que el expresidente “claramente estaba hablando de la integridad electoral y asegurarse de que solo se cuenten los votos legales”.
En un discurso del sábado, Trump sonó como si estuviera hablando de hummus cuando pronunció mal “Hamás”, el nombre del grupo islamista que gobierna la Franja de Gaza y que el 7 de octubre ejecutó uno de los mayores ataques contra Israel en décadas.
La pronunciación del expresidente llamó la atención del comando de campaña de Biden, que publicó el video en las redes sociales y señaló que Trump sonaba “confundido”.
Pero incluso sus rivales republicanos han percibido una oportunidad en el tema de la edad contra Trump, quien ha mantenido un control inquebrantable sobre el partido a pesar de un historial político que en años anteriores habría obligado a los conservadores a considerar otro abanderado. Trump perdió el control del Congreso siendo presidente; fue expulsado a votos de la Casa Blanca; no logró contribuir a generar una “ola roja” de victorias en las elecciones de medio mandato del año pasado y, este año, recibió 91 cargos por delitos graves en cuatro casos penales.
Este año, Nikki Haley, de 51 años y exgobernadora de Carolina del Sur, inició su candidatura presidencial pidiendo que los candidatos mayores de 75 años pasaran pruebas de competencia mental, una iniciativa que ha renovado en las últimas semanas.
El sábado, Haley atacó a Trump por sus comentarios sobre Netanyahu y Hizbulá, al dar a entender en un discurso ante donantes judíos en Las Vegas que el expresidente no tenía las facultades necesarias para regresar a la Casa Blanca.
“Déjenme recordarles una cosa”, añadió con una pequeña sonrisa. “Con todo respeto, yo no me confundo”.
Jazmine Ulloacolaboró con reportería.
Michael C. Bender es corresponsal político y autor de Frankly, We Did Win This Election: The Inside Story of How Trump Lost. @MichaelCBender
Michael Gold es corresponsal político del Times y cubre las campañas de Donald Trump y otros candidatos a las elecciones presidenciales de 2024. Más sobre Michael Gold
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